lunes, 7 de enero de 2008

Carta a un Hijo Desaparecido

Ciudad de Guatemala, Guatemala.
21 de Diciembre, 2007.
Tema: Pos-Guerra / Memoria Histórica / Resarcimiento


El 23 de febrero de 1984, Oscar David Hernández Quiroa, quien fuese bombero voluntario de tan solo 22 años de edad, fue desaparecido forzosamente por las fuerzas armadas Guatemaltecas. (1) Casi 24 años después, se llevó a cabo en la Estación Central de los Bomberos Voluntarios de Guatemala un acto de dignificación a la memoria de Oscar David.


Blanca Rosa Quiroa de Hernández, madre de Oscar David, ha estado buscando el cuerpo de su querido hijo desde que fue desaparecido en 1984. Su determinación para encontrarlo la llevó a participar en la fundación del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y después la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA). En el 2005, doña Blanca escribió la siguiente carta a su hijo Oscar David la cual fue publicada en el libro La Verdad Bajo la Tierra: Guatemala, el Genocidio Silenciado y leída por ella misma en este evento de dignificación a su hijo:


Quisiera contarte, Óscar, tantas cosas que han pasado durante esos veinte años. Quisiera decirte que desde el momento en el que fuiste secuestrado, ese 23 de febrero de 1984, mi corazón quedó completamente vacío. Tú sabes que eras mi hijo, mi hermano, mi compañero, que eras todo para mí y que desde ese momento yo juré no descansar y luchar hasta encontrarte.

Han pasado veinte años y el objetivo que yo me tracé no se ha cumplido. Si este cuarto tuviera boca, repetiría todo lo que hablamos... ¡Cuantas noches de desvelo, cuántas noches de trabajo! No sé si te recordás cuantas cajetillas de cigarros nos fumamos, cuántas tazas de café nos tomamos, planificando tantas cosas del trabajo, en esa lucha por la que iniciaste y me involucraste; pero te puedo decir que no me arrepiento y que si las cosas volvieran al curso del 1980 ahorita, en el 2005, lo volvería a hacer, aunque no estuvieras, porque sé que lo que hemos hecho ha valido la pena. Desgraciadamente no lo pudiste ver. No te voy a decir que lo estamos gozando porque los cambios que tanto hablamos no se han dado, pero sí se han abierto caminos y no estoy sola, hay miles de personas que son la voz de ustedes.


No sé donde estás, si en un barranco te fueron a dejar, si estás enterrado, si los perros comieron tu carne... para mí seguís vivo. Sos la razón de vivir, sos la razón de mi lucha y creo que te sentirías orgulloso de que jamás cambiaron mis principios de lucha que ha sido producto y fruto de nuestro trabajo y de nuestro sudor, nunca por habernos beneficiado del dolor ajeno, ni mucho menos he hecho acopio de mi dolor ni de tu desaparición para obtener beneficios.


¡Que diera yo porque miraras a tus sobrinos mayores! Cada uno te recuerda con amor, con cariño, por lo que eras, por lo que sos en este momento aunque no estés en persona acá, pero tu recuerdo significa mucho y estás en cada uno de nuestros familiares. Quiero que sepas también que así como he luchado por vos, he luchado por el Donald, por la Tere, por la Pati, por la Marta, también por Coca el “Gordo”, ¡por todos ellos! Porque este sacrificio tan duro que a ustedes les tocó vivir, estas torturas que ustedes sufrieron, las hemos vivido en carne propia durante estos veinte años.

Quisiera también contarte que tu hijo ya es un hombre, ya tiene 22 años y va a ser papá. ¡Como me hubiera gustado que conocieras a tu nieto, que compartieras con nosotros, y poder así compartir con vos lo poco que hemos obtenido, los cambios que ha habido, que para nosotros han sido grandes y que nos llenan de satisfacción!


Yo me recuerdo mucho cuando fuiste a Chupol*, estuviste esos tres mese allá y me contaste, horrorizado, cómo vivía ahí la gente. Ahora, yo comparto con esa gente, lucho por esta gente, comparto mi dolor con ellos cuando sacamos a sus familiares de dentro de los cementerios clandestinos y escucho los testimonios del horror que les tocó vivir a manos del ejército. Muchas veces hablamos de esto. ¿Te recordás cuando oíamos los secuestros y nos poníamos en ese momento en el lugar de la gente? ¡Pero que difícil es mijo, por Dios! Muchas veces yo te dije que el día que a mí me pase eso yo me muero, que no lo voy a soportar, pero ¡si vieras lo duro que es!

* Pueblo Maya-k’iche’, muy golpeado por la represión militar, situado a la orilla de la carretera Panamericana, en el departamento de El Quiché.


Ese sufrimiento me ha marcado durante esos 20 años tan arduos y me he endurecido, créeme. Quizás te lloré durante un año o posiblemente dos... pasaron muchos años en que yo ya no lloraba. Mi corazón se había endurecido, pero no para hacer daño, sino por la misma lucha. ¡Cuanto diera yo por encontrarte, aunque sean tus huesos dentro de esos hoyos, para que estuvieras aquí, para que el día que Dios me llame me pueda morir tranquila!

Si es cierto que existe la otra vida espero que donde estés nos encontremos, y podamos platicar y te pueda detallar paso a paso lo que he hecho durante estos 20 años. Ha sido tan poco pero creo que he cumplido con lo que te prometí una vez. ¿Te recordás? Te dije: “el día que llegue a pasar algo te prometo que no voy a abandonar esta lucha, pase lo que pase.”


Posiblemente fuimos egoístas, tanto vos como yo, porque no nos recordamos de que había más familia, que estaba tu niño pequeño, pero creo que ha valido la pena, tu sacrificio no ha sido en vano. Hay momentos en que se me olvida de que tengo un hijo, sino que son cientos de miles de hijos los que tengo y todos se llaman Óscar. Todos pasaron por lo mismo y creo que ahí es donde me lleno de satisfacción a pesar de mi dolor, a pesar de mi sufrimiento, porque he llegado a cumplir mi cometido.

Quisiera contarte también que tu papá entiende mejor las cosas, que ya no me culpa por tu muerte, que valora lo que hicimos juntos. Ya estamos viejos, bueno para qué te lo voy a decir, si vos lo sabés. Ya cumpliste 43 años, ya no te podría decir que sos joven, ya sos viejo, ya estarías viejo, canoso. Imagínate a tu edad, ¡ser abuelo! ¿Como nos sentiríamos de felices verdad?


Tu hijo escogió la fecha de tu cumpleaños para casarse. No ha sido fácil con él. Como te repito, he cometido errores, y a estas alturas es bastante difícil corregirlo porque ya es un hombre, pero no está perdido, es un hombre de bien, que trabaja; eso sí, es un poco cerrado. ¡Cuanto hubiera dado yo porque fuera tan abierto de mente, tan responsable como vos! Pero cada hijo es diferente, tiene dentro de su mente el reconocimiento hacia tu lucha. Le ha costado mucho salir adelante. Porque tu secuestro, tu desaparición, la falta de ese padre, lo marcó para toda su vida.

Él te recuerda con mucho cariño aunque no te conoció, pero te conoce a través de mis palabras y nunca te va a olvidar y no te reprocha de no estar con él. Se siente muy orgulloso, igual que todos los de la familia, que de vez en cuando derraman una que otra lágrima. Para tu hijo has sido un héroe, un héroe que se mira en todos los desaparecidos, no como Óscar, no como el “Negro”, no como el “Serio”, sino por lo que eras, por lo que fuiste, por lo que hiciste, por eso te recuerdan y te respetan mucho.


Creo que cuando nos juntemos allá, en ese otro lugar, vamos a tener toda la vida para terminar de armar ese rompecabezas que se quedó inconcluso. Quiero que donde estés, me recordés, porque a veces es como que te olvidás, ¿verdad? Y me dejás sola... Hay momentos en que digo “voy a tirar la toalla, ya no más, estoy vieja”. Pero quisiera que en el momento en que leas esta carta, que oigás estas palabras, que te recordés y me empujés. Que me des un piquetito, y me digás; “¡tenés que seguir adelante, vieja!”.

Donde vos te encuentras, estás ahora descansando, estás tranquilo, pero no es lo mismo estar aquí y, aunque es doloroso para mí decirlo, ¿que más darías por estar acá, verdad? Pero las cosas se dieron, las cosas sucedieron, nunca las planificamos así y los errores se pagan caros pero, en fin, no podemos retroceder y espero que el día que me toque que nos encontremos podamos abrazarnos y estar juntos hasta la eternidad. Como cariñosamente te decía, “Negro”, me despido y espero que nos encontremos algún día.

-Tu Mamá


“El Estado de Guatemala en cumplimiento al acuerdo de solución amistosa del Caso P-1194-06 suscrito ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos reconoce su responsabilidad internacional en derechos humanos por la desaparición forzada de Oscar David Hernández Quiroa, perpetrada el 23 de Febrero de 1984.”

“El tiempo pasa, mas en nuestra memoria vives por siempre: el amor puede más que el olvido”
-Familia Hernández Quiroa.

Según el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico, el caso de Oscar David es solo uno de las alrededor de 45,000 personas que fueron detenidas-desaparecidas durante el conflicto armado interno por las fuerzas de seguridad Guatemaltecas. (2)


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1 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG). Guatemala: Nunca Más. Informe Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI). Tomo IV: Víctimas del Conflicto. 1998. P. 361.
2 Dewever-Plana, Miquel. La verdad bajo la tierra: Guatemala, el genocidio silenciado. 2006. P. 6.

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