jueves, 4 de enero de 2007

Eterna Lucha Por la Tierra

Barrio La Revolución. El Estor, Izabal, Guatemala.
Diciembre 19, 2006. Parte I de V.
Temas: Tierra / Minería


En la costa norte del Lago Izabal, mayor cuerpo de agua dulce en Guatemala, un proyecto minero de níkel, con capital Canadiense, ha sido la fuente de un sinfín de problemáticas sociales por casi medio siglo. Originalmente conocida como la mina de EXMIBAL (subsidiaria de la gigantesca multinacional Compañía Internacional de Níkel, ó INCO, por sus siglas en ingles), es ahora manejada por otra minera canadiense: Skye Resources Incorporated, a través de su intermediaria local, la Compañía Guatemalteca de Níkel (CGN).

Desde su origen a principios de los años 60, algunas de las concesiones de tierra otorgadas al proyecto minero han coincidido con comunidades de pobladores locales. Situada en el municipio de El Estor, habitado en su mayoría por indígenas Maya Q’eqchi’ viviendo en extrema pobreza, los diferentes gobiernos han constantemente cedido a favor de aquellos asociados con el mega proyecto. Numerosos desalojos violentos de comunidades enteras han dejado un saldo enorme de víctimas a través de las décadas, al igual que una gran cantidad de pobladores rencorosos hacia el proyecto.

La mina se ha mantenido inactiva desde los años 80, pero los últimos años han visto gran actividad en el área ya que se espera reactivar el proyecto lo más pronto posible. Por lo tanto, desalojos brutales similares a la llamada tierra arrasada que sacudió el país durante los 36 años de conflicto interno, se han llevado a cabo por medio de agencias policíacas al igual que militares.

Los más recientes actos violentos en contra de los habitantes del área sucedieron en la comunidad conocida como Barrio La Revolución. Según líderes comunitarios, las tierras donde se encuentra dicha comunidad fueron cedidas ilegalmente a EXMIBAL en los años 60, desalojando a los habitantes originales mientras el gobierno ha ignorado una resolución continuamente a través de las décadas. Por lo tanto, 200 familias necesitadas tomaron dicho territorio pacíficamente el 17 de Septiembre del 2006, y comenzaron a construir chozas para su vivienda al igual que cosechar alimentos para subsistir.

Sin embargo, el 12 de Noviembre del 2006, casi a los dos meses de la fundación del Barrio La Revolución, miembros armados de la Policía Nacional Civil (PNC) entraron en la comunidad y llevaron a cabo un desalojo violento e ilegal. Sin orden oficial de desalojo, agentes de la PNC dispararon gas lacrimógeno en contra de familias enteras y destruyeron las viviendas al igual que las cosechas. Hubo heridos de gravedad, pero afortunadamente ningún residente pereció.

Charlas para llegar a un acuerdo legal en cuanto al estatuto verdadero de las tierras han sido acordadas para mitades de enero del 2007. Sin embargo, por experiencia, las familias indígenas de origen Maya Q’eqchi’ sienten que las probabilidades en contra de la CGN y el gobierno actual no les favorecen. Tomadas el 19 de diciembre del 2006, estas fotografías demuestran como, por necesidad, los pobladores han regresado al Barrio La Revolución y han comenzado a reconstruir sus chozas y cultivos.

Don Alfredo, residente, se expresa a través de un traductor (del q’eqchi’ al español): “Yo nací aquí. Y en 40 años, nadie ha trabajado esta tierra. Solo se uso un tiempo para ganado. ¡Pero nosotros necesitamos esta tierra para sobrevivir! Solo tieso será sacado de aquí mi cuerpo.”


Vista del extremo occidental del Barrio La Revolución.


Algunas viviendas fueron destruidas durante el desalojo del 12 de Noviembre. Sin embargo, a pesar de no tener claridad sobre la situación legal del terreno, los residentes continúan construyendo viviendas.


Miembros de la vecina aldea de Chichipate aportan al desarrollo de la comunidad.


Aproximadamente el 90 por ciento de la población en el municipio de El Estor es indígena Maya Q’eqchi’.


Esta región se encuentra entre las más pobres del hemisferio occidental.


La comunidad no cuenta con electricidad, pero si con unas cuantas fuentes de agua comunitarias.


La última vez que no-comunitarios entraron en la comunidad se desató violencia. Por lo tanto, y con mucha razón, un niño se asoma cautelosamente a la puerta.


Hermanos toman medio paso fuera de su vivienda de palo y palma.


Una madre reflexiona al alimentar a su hijo.


Al igual que generaciones previas que vivieron 36 años de conflicto interno, la niñez guatemalteca sufre hoy en día la brutalidad y violencia aplicada por agentes federales.


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